«Cuando el río sueña»-Río Ebro y Cascada del Tobazo

Paloma y Pilar salieron con su coche a dar una vuelta por el valle encantado.
No tenían un rumbo fijo, pero para Paloma siempre había una manera de
impresionar a su amiga urbanita de carácter curioso. El confinamiento las había
obligado a posponer su encuentro. Para Pilar era una liberación personal, venir a
Valderredible después de tantos meses de incertidumbre. El coronavirus se había
llevado a su padre y su vida se había parado como el charco cenagoso que tenían
ante sí. Paloma aparcó su coche a la umbría de un robledal y sacó su mochila del
maletero. Comenzaron a ascender por una empinada colina y cuando llegaron a su
cima, Pilar se asombró de la preciosa cascada que tenían ante sí.

-Es la cascada del Tobazo; el agua emerge de una de las innumerables simas calcáreas que hay por todo el valle –dijo Paloma, posando su mochila junto a
unos setos-. No muy lejos de allí se oía el griterío de unos chavales que hacían
botellón en un descampado. Paloma comenzó a quitarse la ropa, ante la mirada
atónita de su amiga.

-Qué haces, Paloma? ¡El agua tiene que estar congelada!

Paloma salió corriendo totalmente desnuda y sin pensarlo dos veces, fue
sumergiéndose en una impresionante poza de aguas verdosas y transparentes.
Pilar miró a su alrededor titubeante y comenzó a quitarse la ropa.
Después, totalmente desnuda se encaminó sin demasiado entusiasmo a las gélidas
aguas. Paloma comenzó a salpicarla burlona.

Ambas salieron contentas y dicharacheras del agua. Pilar sintió el agradable
calor de la vasodilatación en su piel. Paloma buscó su mochila, pero no se hallaba
donde la dejó. Bajaron al coche a toda prisa, pero estaba completamente cerrado.
Su única opción era descender a la carretera y hacer autostop. Pilar improvisó
sobre su cuerpo un escueto taparrabos con hojas de roble. Paloma, fiel a su
carácter indómito, siguió desnuda con su amiga junto al arcén. Después de esperar
pacientemente durante 2 horas bajo un sol abrasador, apareció una ranchera
Peugeot destartalada de color amarillo limón. Paloma se colocó en plan suicida en
medio de la carretera y el coche se vió obligado a frenar en seco. El conductor era
un tipo de aspecto excéntrico y acento francés, que se ofreció a llevarlas a Orbaneja
a por las llaves. También les proporcionó unas extravagantes camisas hawaianas
de tamaño XXL. Durante el camino, repararon en que el francés andaba bastante
achispado e iba dando bandazos de un lado al otro de la carretera.

-Chicasss, os invito a una copa en mi apartamento. Es el Cubo de Okuda, que
véissss a mano derecha.

Las chicas accedieron, más por miedo a su torpe manejo, que por complacencia. El apartamento era espectacular y parecía volar sobre el río. Caía la noche. Mientras Paloma y su nuevo amigo descorchaban una botella de champán entre risas, Pilar se asomó a la barandilla del porche y sonriendo, contempló como el agua circulaba a toda prisa bajo sus pies. “Vuelvo a ser libre”.

Imagen tomada de la web http://www.turismodecantabria.com

*Relato publicado en el libro «Río Ebro» del concurso de Microrrelatos Vallucos 2020:

https://online.fliphtml5.com/gmkd/pqyj/#p=13

*Si necesitáis más información de la zona o queréis hacer la ruta de la cascada del Tobazo, que es asequible y fácil para toda la familia, os recomiendo visitéis la web https://www.turismodecantabria.com/comunidad-viajera/miradas-de-cantabria/212-ocho-cascadas-de-cuento

*También podéis echar un vistazo al cubo de Okuda que sale mencionado en una entrada de este blog.